Los remedios caseros y la sabiduría popular siempre han sido parte de nuestro día a día, pero su eficacia y seguridad son a menudo cuestionables. ¿Quién no ha oído hablar de la creencia de que el ajo puede prevenir ciertas enfermedades?
El ajo y la prevención de enfermedades
Un ejemplo clásico de sabiduría popular es el uso de ajo para prevenir enfermedades. Así, en 1665, durante la plaga de la peste bubónica, la ciudad de Londres recurrió a infusiones de ajo en leche como medida protectora. Más recientemente, durante la pandemia de COVID-19, circuló la idea en las redes sociales de que el ajo podría tener un efecto curativo o preventivo contra el virus.
A pesar de que el ajo sí posee propiedades antimicrobianas, su uso para prevenir enfermedades es más bien una cuestión de creencia popular que de ciencia. El peligro de estos remedios caseros radica en su mal uso. Así sucedió con una mujer que sufrió quemaduras químicas en la lengua por utilizar ajo crudo, según su creencia, para combatir alguna dolencia.
Sabiduría popular y salud
La sabiduría popular es un conjunto de creencias no verificadas sobre la salud y las enfermedades, a menudo basadas en tradiciones culturales. Esto no significa que todas las creencias populares son contraproducentes o anti-científicas. Muchas personas, de hecho, siguen las recomendaciones de salud oficiales y también recurren a la sabiduría popular.
Aún así, la sabiduría popular puede llevar a comportamientos peligrosos. Un ejemplo es la evitación de las vacunas en base a creencias infundadas. Este fenómeno de desinformación se propaga con facilidad a través de las redes sociales, constituyendo una amenaza para la salud pública.
Efectos perjudiciales de creencias erróneas
Un caso alarmante fue la creencia de que inhalar vapor podría prevenir o tratar los síntomas respiratorios, lo que provocó un incremento de las quemaduras en Reino Unido durante 2020. Y aunque algunas creencias tienen una plausible base biológica, como la afirmación de que comer una manzana al día ayuda a mantener lejos al médico, su eficacia no está probada científicamente.
A la luz de estos hechos, se requiere un mayor entendimiento de la sabiduría popular, sus creencias y cómo estas influyen en el comportamiento de salud de las personas. Solo así podremos distinguir entre lo que puede ser útil y lo que puede resultar perjudicial para nuestra salud.