Un oso polar juvenil, dormido pacíficamente en un iceberg, es el protagonista de la imagen premiada en la categoría Elección del público del Fotógrafo de Vida Silvestre del Año.
La autora de esta fotografía es Nima Sarikhani, quien capturó este instante durante una expedición en el archipiélago de Svalbard, Noruega, extendida a lo largo de tres días. La fotografía ha suscitado emociones contundentes, generando una reflexión y motivando la acción contra el cambio climático.
La imagen es más que una bella estampa. Representa una llamada de atención sobre las amenazas que el cambio climático supone para la vida polar. El Dr. Douglas Gurr, director del Museo de Historia Natural, calificó esta instantánea como una “demostración visual de los perjuicios del calentamiento global y la pérdida de hábitat”.
Esta fotografía no solo tocó el corazón de los expertos sino también del público. Recibió alrededor de 75,000 votos, marcando un hito en la historia de estos premios.
Los osos polares, una especie bajo amenaza
La Fundación de Vida Silvestre (WWF) estima una población de 22,000 osos polares en su hábitat natural. A pesar de que se encuentran en una situación menos grave que la de estar en peligro de extinción, su estado es vulnerable.
El Ártico, hogar de estos majestuosos animales, experimenta un calentamiento el doble de rápido que el promedio global. Este fenómeno afecta directamente a la vida y la supervivencia de los osos polares.
Desde 2008, los Estados Unidos ha implementado un plan de conservación para los osos polares. Aunque el avance de este proyecto ha sido incierto y con numerosos obstáculos.
La ONU estima que la próxima década y media será decisiva para enfrentar el cambio climático. La imagen de Sarikhani es un recordatorio de la urgencia de actuar.