Desde hace varias décadas, la habilidad del cerebro para reestructurarse tras sufrir acontecimientos como una apoplejía, una amputación o la pérdida repentina de visión o audición ha sido objeto de numerosos estudios. Pero ¿qué tan cierto es todo esto?
Opiniones divergentes
Los neurocientíficos Tamar Makin y John Krakauer sostienen que las pruebas más significativas en este campo no demuestran de forma concluyente que el cerebro pueda reorganizarse de manera funcional. Afirman que ninguno de los estudios importantes cumple con la definición más rigurosa de reorganización cognitiva, es decir, que una sección del cerebro dedicada a un tipo de cálculo adquiera la capacidad de llevar a cabo un tipo de cognición completamente distinto.
Cambios de comportamiento notables
Makin y Krakauer han registrado cambios de comportamiento “sorprendentes e impresionantes” en individuos con “daños neurológicos” tales como ceguera congénita, sordera, amputación y apoplejía. Un supuesto ejemplo de reorganización cognitiva proviene de un estudio realizado con hurones recién nacidos, donde las neuronas auditivas se reestructuraron para desempeñar una nueva función tras ser quirúrgicamente conectadas a las entradas neuronales de los ojos.
Supuestas reasignaciones cerebrales
Por otro lado, argumentan que si se proporciona el mismo tipo de información a otra sección del cerebro responsable de procesos totalmente distintos, los resultados podrían ser mucho menos impresionantes. Sospechan que cuando alguien se recupera milagrosamente de funciones cognitivas que se creían perdidas debido a una lesión o discapacidad, probablemente el cerebro esté incrementando la capacidad computacional al depender de conexiones o funciones neuronales que ya existían previamente pero que se encontraban en desuso o poco utilizadas.
¿Reorganización o aprovechamiento?
Los investigadores ponen en duda que el cerebro ‘se haga con el control' de las neuronas inactivas y ‘las reorganice' para desempeñar otras funciones. Aunque el cerebro está más interconectado y es más “amplio” de lo que pensamos, Makin y Krakauer sostienen que diferentes secciones del cerebro están predestinadas a desempeñar ciertas funciones, y que no es posible apartarse de esta “arquitectura” o “plan” subyacente, ni siquiera durante la etapa de desarrollo temprano.
La clave está en el esfuerzo
Finalmente, concluyen que los comportamientos asombrosos que observamos son el resultado del esfuerzo, la repetición y el entrenamiento, y no de una misteriosa reasignación de los recursos del cerebro.