Un estudio reciente sobre la Gran Muralla de China llevado a cabo por investigadores de China, Estados Unidos y España ha generado un interesante debate. Se ha centrado en la posible amenaza o beneficio de los materiales vivos crecientes en estas históricas estructuras.
Existe una preocupación por que los procesos físicos y químicos relacionados con el crecimiento de estos organismos pongan en riesgo la integridad de las estructuras de la muralla. Sin embargo, estos organismos, conocidos como biocrostos, tienen un papel fundamental en la protección del suelo contra la erosión provocada por el viento y la lluvia.
Una investigación detallada
Los investigadores centraron su trabajo en unos 600 kilómetros de la Gran Muralla situados en climas más secos. La Gran Muralla, construida por una serie de gobernantes desde el siglo VII a. C., no es una estructura única, sino una serie de fortificaciones, torres y baluartes. Los segmentos más antiguos de la muralla fueron construidos con suelo rico en arcilla entre marcos de madera hasta que alcanzó una dureza semejante a la de una roca.
En el estudio se observó que más de dos tercios de las estructuras de tierra apisonada estaban cubiertas por un biocrusto de cianobacterias y musgo, con especies ocasionales de líquenes colonizando la muralla. Las muestras de la muralla que estaban bajo estas comunidades de plantas y microbios resultaron ser menos porosas y no se desmoronaban tan fácilmente como el material recolectado de las murallas que no tenían biocrusto.
Balance entre protección y estética
El estudio concluyó que la función protectora de los biocrostos supera la posible biodeterioración causada por su meteorización biológica. No obstante, existe una tensión entre el papel protector de la vegetación y la estética de la muralla que no es fácil de solucionar con la ciencia.
Con el cambio climático mundial, corremos el riesgo de perder miles de años de historia. No sería raro que las futuras generaciones prefieran ver la muralla cubierta de verde, si eso implica que se conserva una de las grandes joyas arquitectónicas del mundo un poco más.
El estudio completo fue publicado en la revista Science Advances.