Las huellas de aves halladas en África que datan de hace 210 millones de años, lanzan un interesante desafío al mundo de la paleontología. Este descubrimiento, que plantea nuevas interrogantes en cuanto a la historia de las aves y sus ancestros, ha sido objeto de un estudio minucioso por científicos de la Universidad de Ciudad del Cabo.
Este misterio se debe a que las huellas fueron descubiertas en un periodo en el que, según los registros fósiles, los primeros ancestros de las aves no aparecían hasta pasado 60 millones de años. Estas huellas ya se habían detectado con anterioridad, pero solo recientemente han sido analizadas de manera pormenorizada.
Las investigaciones han permitido distinguir dos tipos diferentes, o morfotipos, en las huellas encontradas en el yacimiento de Maphutseng. El primer tipo, de tamaño considerable, muestra similitudes con la huella fosilizada de Anomoepus, la cual, se cree, corresponde a un dinosaurio en particular.
El segundo tipo de huellas es notablemente más pequeño y ancho, y sus dedos son más delgados. Este patrón se asemeja más al de las aves que conocemos en la actualidad. Los investigadores apuntan que estas huellas podrían pertenecer a los primeros ancestros de las aves, lo que sugeriría que los dinosaurios comenzaron a desarrollar características de aves mucho antes de lo que habían indicado hasta ahora los registros fósiles.
Este descubrimiento permite estimar que el origen de la morfología del pie de las aves se remonta a hace al menos 210 millones de años. Esto lleva a suponer que el animal que dejó tales huellas fue probablemente un arcosaurio de tres dedos, el cual es considerado ancestro de las aves y los cocodrilos.
Esta investigación aporta valiosa información sobre el camino evolutivo de las aves y despliega un panorama más completo acerca de la diversidad, comportamientos y tendencias evolutivas de los animales de la antigüedad. Este estudio ha sido publicado en el repositorio científico PLOS ONE.