Los elementos genéticos móviles (MGEs) invaden organismos huésped con fines reproductivos, pareciéndose en gran medida a los virus. Este fascinante descubrimiento es el resultado de una investigación de la Universidad de Maryland Baltimore County (UMBC).
El papel de los MGEs en los organismos huésped
De interés es el hecho de que algunos MGEs pueden anclarse cerca de sus virus ‘asistentes' mientras invaden una célula huésped. Este estudio arrojó luz sobre MGEs que se adhieren a los cuellos de sus asistentes durante la infección de una población de células bacterianas.
El ácido nucleico satélite: un tipo de MGE
En el reino de la vida, existen secuencias de ácido nucleico que se replican de manera imperfecta. Una de estas formas son los ácidos nucleicos satélite, un tipo de MGE. Este tipo de vida rudimentaria se apoya en otros virus para construir su maquinaria.
Entre los ácidos nucleicos satélite, el fago de Enterobacteria P4 destaca ya que puede insertarse en el genoma de una célula o subsistir bajo la forma de un plásmido, una pieza de ADN extranuclear. En un juego de cooperación, cuando el P4 comparte su huésped con el fago de Enterobacteria P2, este último encapsula los fragmentos de ácido nucleico satélite hasta que la célula se rompe, propagándolos a nuevas zonas de infección.
Desvelando un nuevo grupo de MGEs
El estudio de la UMBC expuso la existencia de un grupo nuevo de fagos satélite atacando a la bacteria Streptomyces. Este fago satélite es capaz de construir su propia protección, pero requiere de un asistente para producir la ‘cola' que muchos fagos emplean para penetrar las paredes y las membranas del huésped.
Los investigadores observaron que estos satélites no solamente se unían a un asistente, sino que utilizaban las colas de estos para aferrarse al virus más grande. De hecho, alrededor del 80% de los fagos asistentes analizados poseían un satélite adherido a ellos.
Implicaciones de los hallazgos
Sorprendentemente, el satélite no poseía la capacidad de entrelazar sus genes en el genoma del huésped. Por tanto, si el MGE no puede conservarse dentro del ADN del huésped, tiene sentido que se convierta en una suerte de parásito en el cuello de un asistente. Esto invita a pensar que podría haber más ejemplos de sistemas de satélites asistentes en el universo microscópico.