A lo largo de las costas del mar Muerto, diversos hoteles están conectados por una serie de ascensores que transportan a los visitantes hacia un entorno cada vez más desolador. El mar Muerto, conocido por ser el punto más bajo del planeta y un lugar cargado de significado bíblico, está pereciendo. Este cuerpo de agua está desapareciendo literalmente, ya que su nivel disminuye aproximadamente 1,2 metros cada año. El evidente deterioro de este lugar se refleja en sus costas desmoronadas, las estructuras turísticas abandonadas y los grandes socavones que devoran carreteras y zonas de playa, y aún así, no se vislumbra una solución clara en una región asfixiada por conflictos.
«Este lugar es único en el mundo», menciona en una entrevista para El Independiente Oded Rahav, fundador y director de Dead Sea Guardians, una entidad dedicada a la conservación de este tesoro natural situado entre Jordania, Israel y Cisjordania palestina ocupada. «Se encuentra en el punto más bajo del globo. Está en medio de una gran falla geológica que se extiende desde Mozambique hasta Turquía. Es una ruta crucial para las aves migratorias entre África y Europa. Además, es el lugar más beneficioso para la salud humana debido a la alta concentración de oxígeno y minerales, la baja radiación ultravioleta y su quietud extrema. Posee valor histórico, bíblico, religioso, geológico y geográfico, entre otros», añade.
Una salud cada vez más comprometida
La condición del lago, destino turístico mundialmente famoso donde los visitantes flotan en sus aguas salinas y se cubren con su lodo mineralizado, está cada vez más comprometida. Antiguamente utilizado por los egipcios para momificar, el mar Muerto está descendiendo rápidamente. Actualmente se encuentra a unos 438 metros bajo el nivel del mar. «Es una maravilla natural sin paralelo. Alberga ecosistemas y hábitats muy especiales, algunos únicos en su tipo. La disminución de su nivel no solo dañará estos ecosistemas, sino también las infraestructuras y la economía», alerta Nadav Tal, hidrólogo y encargado de agua de EcoPeace, una organización ambiental que busca soluciones.
Para Yael Kiro, investigadora del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel, «no existe otro cuerpo de agua hipersalina tan grande y profundo como el mar Muerto en el mundo». «Aunque hay otros cuerpos hipersalinos, como el Gran Lago Salado, no presentan cuencas profundas comparables con las del mar Muerto. Este lugar funciona como un laboratorio natural para diversos estudios científicos, incluyendo el flujo de aguas subterráneas en zonas costeras y los procesos de evaporación. Debido a sus características únicas, se pueden estudiar procesos físicos que serían imposibles de observar en otros lugares», explica.
Este desierto de sal ofrece una oportunidad excepcional para los académicos interesados en comprender cómo se comportó el clima en el pasado. «Los sedimentos del mar Muerto proporcionan un registro detallado de las condiciones climáticas antiguas, lo que permite reconstruir la historia de la precipitación, las fuentes de agua y el origen del polvo en la región, ofreciendo perspectivas valiosas sobre la variabilidad climática tanto regional como global», destaca.
La agonía del mar Muerto, documentada por la NASA
Estas imágenes en falso color, captadas en 1972, 1989 y 2011 por satélites Landsat, muestran las aguas profundas en tonos de azul oscuro, mientras que los tonos azules más claros indican áreas menos profundas o estanques salados. El verde denota zonas con poca vegetación y el rojo brillante, áreas con vegetación densa. Los antiguos egipcios usaban las sales del mar Muerto para la momificación, fertilizantes y la obtención de potasa (una sal de potasio). En tiempos modernos, el cloruro de sodio y las sales de potasio extraídas se utilizan para el tratamiento del agua, el deshielo de carreteras y la producción de plásticos de cloruro de polivinilo (PVC). Las expansiones de los proyectos de evaporación de sal a gran escala son claramente visibles a lo largo de los 39 años.
La erosión del hábitat ahora pone en serio riesgo este conocimiento. «Las principales causas del declive del mar Muerto son la desviación de agua de la cuenca del río Jordán y la industria de la potasa en la parte sur del lago. La industria es responsable del 40 % de la reducción, mientras que la desviación del agua del río Jordán representa el 60 % restante», detalla Tal. «La situación es extremadamente alarmante tanto por razones ecológicas como económicas: se están perdiendo los ecosistemas únicos del mar Muerto, incluyendo hábitats y formas de vida microbianas poco comunes. Además, se están formando cráteres a lo largo de la costa. La reducción de la costa y esos enormes agujeros amenazan a los centros turísticos, las empresas y las comunidades que dependen del mar Muerto para el turismo», agrega el ecologista.
Un desastre ecológico
El retroceso de las aguas del mar Muerto tiene otras repercusiones. A medida que se seca, los depósitos de sal se disuelven bajo tierra y en las orillas aparecen cavidades que amenazan a los habitantes de las poblaciones cercanas. La playa de Ein Gedi, uno de los destinos más populares para los israelíes, ha estado cerrada durante cinco años después de que un socavón se tragó el aparcamiento. Algunos agricultores han tenido que abandonar sus campos de cultivo, ahora amenazados por estas cavidades.
El abandono forzoso también se ve en los antiguos complejos turísticos que han cerrado sus puertas ante el rápido descenso de las aguas, acelerado por el uso industrial y el cambio climático. En verano, las temperaturas en la zona pueden superar los 50 grados centígrados. Un estudio publicado el otoño pasado, realizado por el Centro Helmholtz de Investigación Medioambiental en Alemania, reveló por primera vez la existencia de ventilaciones en el fondo del mar Muerto, de aproximadamente 3 metros de ancho y 7 de alto, que expulsan una especie de salmuera y podrían ayudar a predecir la formación de socavones en tierras cercanas.
Estas ventilaciones se forman por la cristalización espontánea de minerales cuando el agua subterránea con alto contenido salino fluye hacia arriba desde el fondo del lago. Como la salmuera tiene una densidad ligeramente menor que el agua del mar Muerto, asciende como un chorro. «Parece humo, pero es un fluido salino», indica Christian Siebert, uno de los autores del estudio.
Mientras tanto, la caída del nivel del agua ha dejado al descubierto nuevas formaciones de sal y escenas que ilustran el desastre ecológico en curso: antiguos muelles que ahora se encuentran en tierra firme, metros más arriba del lago, o atracciones acuáticas oxidadas y descoloridas que añoran el agua cada vez más distante. Desde 1960, la transformación ha sido drástica. “La principal razón es la desviación de las aguas que fluyen desde el mar de Galilea, en el norte de Israel, para consumo y agricultura desde la década de 1960. Por lo tanto, hay poco flujo natural de agua por el río Jordán hacia el mar Muerto”, expone en declaraciones a este diario Colin Price, director de la Iniciativa de Crisis Climática de la Universidad de Tel Aviv. “Y con la gran evaporación debido a las altas temperaturas, el nivel del mar Muerto ha ido descendiendo en las últimas décadas. Esto no solo es preocupante para los turistas, sino que la reducción del nivel del mar ha provocado la formación de numerosos socavones a lo largo de las zonas costeras del mar Muerto, que se tragan carreteras e infraestructuras. Por lo tanto, se han cerrado carreteras, asentamientos y playas”.
La principal razón es la desviación de las aguas que fluyen desde el mar de Galilea, en el norte de Israel, para el consumo y la agricultura desde la década de 1960
Sepultado por el conflicto de Oriente Medio
Ninguna de las causas del colapso del mar Muerto se ha revertido en los últimos años, a pesar de las numerosas alertas emitidas por científicos y ecologistas. La mayoría de los afluentes del río Jordán siguen siendo desviados para la agricultura y el consumo de agua potable, en una de las regiones del mundo más afectadas por la escasez hídrica. “Todos los países que rodean el río y el mar tienen una responsabilidad en esto: Líbano, Siria, Israel, Jordania, los palestinos”, denuncia Rahav. “Además, las industrias del Mar Muerto, tanto israelíes como jordanas, están extrayendo minerales de la cuenca inferior, lo que provoca el 40 % de la pérdida”.
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