Un equipo de especialistas de las universidades de Iowa, Kansas, Oklahoma en Estados Unidos y Exeter en Reino Unido, acaban de revelar un estudio que indica que las preferencias políticas de las personas pueden observarse en su actividad cerebral incluso al realizar actividades diarias como ir de compras.
Aunque adquirir productos básicos como huevos y leche puede parecer apolítico y carente de emociones fuertes, analizar cómo funcionan los sistemas neuronales en la toma de decisiones cotidianas puede arrojar luz sobre los procesos subyacentes del partidismo. Los investigadores han descubierto que es posible determinar la afiliación política de un individuo con una precisión de casi el 80% simplemente observando cómo su cerebro responde al momento de elegir alimentos.
Para este estudio, se midió la actividad cerebral de individuos republicanos y demócratas utilizando resonancia magnética mientras seleccionaban alimentos.
Aunque las elecciones alimenticias entre ambos grupos no mostraron diferencias significativas, sí se notó una variación en la activación cerebral dependiendo de su inclinación política.
Se observó que los republicanos tenían una mayor actividad en ciertas áreas del cerebro en comparación con los demócratas, y viceversa, los demócratas exhibieron mayor actividad en diferentes regiones cerebrales que los republicanos.
Estos resultados sugieren que las inclinaciones políticas podrían estar parcialmente fundamentadas en mecanismos neurocognitivos básicos, que se manifiestan incluso en decisiones no políticas, aportando así comprensión a las dinámicas del partidismo.
«No podrías identificar si alguien es demócrata o republicano por la forma en que compra huevos, pero si pudieras ver su actividad cerebral, notarías que utilizan diferentes partes de su cerebro en esa decisión. La actividad cerebral puede prever la afiliación política, no la compra en sí», explicó el profesor John Crespi, de la Universidad Estatal de Iowa.
En la misma línea, el Dr. Darren Schreiber, de la Universidad de Exeter, comentó: «Estudios anteriores con gemelos han mostrado que cerca del 50% de su inclinación política es heredada biológicamente y que podemos predecir su afiliación política con un 69% de precisión usando datos de sus padres. Por eso es notable que solo con observar la actividad cerebral mientras compran huevos y leche podamos clasificar su afiliación política con cerca del 80% de precisión». La resonancia magnética funcional (fMRI) registró actividad en varias áreas del cerebro, incluyendo la corteza prefrontal ventromedial, conocida por su papel en la toma de decisiones.
«Podemos estimar a qué partido es probable que pertenezca una persona basándonos en cómo reaccionan ciertas regiones del cerebro ante sus elecciones, aunque estas sean idénticas a las de alguien de un partido opuesto. Lo fascinante es que no sabemos si eres demócrata por los huevos que eliges, sino por las áreas del cerebro que activas al comprarlos», añadió Crespi.
«Les proporcionamos a los participantes 50 dólares, pero se les informó que uno de los productos que escogieran se les entregaría al final del estudio y su costo se deduciría de su dinero. Así, se fueron a casa con leche o huevos y el resto del dinero», comentó.
Los investigadores optaron por usar leche y huevos porque son productos comunes y fácilmente comparables sin influencia de marca, lo que podría personalizar y alterar las decisiones de compra. «Me sorprendería que estos resultados no se aplicaran a otras elecciones de productos: las regiones de tu cerebro que se activan al comprar huevos son las mismas que se activan en otras decisiones», concluyó Crespi.
El trabajo de Darren Schreiber fue pionero en este campo, mostrando que existen diferencias discernibles. Dado que hay pocos estudios que vinculan la política, las decisiones de compra y la actividad cerebral, es emocionante afirmar que este estudio es realmente uno de los primeros. Hay otros estudios que siguen esta filosofía, y nuestras predicciones se mantienen al compararlas, aunque no se centraron en elecciones alimenticias como nosotros. El cerebro continúa siendo un misterio vasto, y estudios como este son como explorar un vasto océano.», concluyó.
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