La historia que nos ha revelado Gizmodo es, cuanto menos, espeluznante. Sí, sabemos que quizás estamos empleando un adjetivo un poco exagerado, pero no se nos ocurre otro frente a lo que podría haber hecho Steve Jobs (esto demuestra que «todo buen escribano tiene un borrón»).
Por ir por partes, cuando en su día se pensó en el nombre que debía tener el primer iMac, Jobs apostó desde el primer momento por un nombre, MacMan, que dejó «helados» a todos sus colaboradores. Lo más increíble es que nadie quería que se llamará así, les daba bastante vergüenza (no nos extraña) y le presentaron a Jobs cinco opciones, entre las que se encontraba «iMac».
Pues bien, Steve Jobs «siguió en sus trece» y volvió a votar por MacMan. Al final, por un problema de registro de nombres no llegó a buen término la idea de Jobs y, afortunadamente, nos quedamos con nuestro querido iMac.