La pasada semana tuvimos la oportunidad de hacernos con un iPod shuffle de tercera generación y tras unos días de prueba hemos publicado en MuyComputer un extenso análisis sobre nuestra experiencia con el iPod más pequeño de la historia. Por nuestras manos han pasado todo tipo de iPods (mini, nano, classic, shuffle, touch…) en prácticamente todas sus generaciones y reconocemos que no somos unos enamorados del shuffle. Sorprende por su tamaño (más pequeño que el 95% de las llaves USB), su ligero peso de 10,7 gramos, por lo bien que responde el mando de control integrado en sus auriculares o incluso por la voz que te dice el nombre de la canción (con el de su intérprete) que estás escuchando, pero no es el iPod que nos compraríamos.
Está claro que lo que busca un comprador del shuffle es llevar su música (en este caso, con sus 4 Gbytes de capacidad de almacenamiento podríamos meter hasta 1.000 canciones, una cifra más que considerable y que nos asegura no aburrirnos fácilmente) como el que lleva un bolígrafo en el bolsillo de su camisa. Sin embargo, el modelo que mejor se adapta a nuestros gustos es el iPod nano, que conjuga peso ligero y dimensiones pequeñas con una pantalla lo suficientemente grade como para ver fotos, echarse alguna partidita a uno de sus juegos o ver la carátula del álbum que estamos escuchando.
Aquí podemos ver a las tres generaciones de iPod shuffle. La primera es la de la izquierda, la segunda la del centro y, por último, a la derecha tenemos el nuevo iPod shuffle de 4 Gbytes.
Eso sí, el shuffle es perfecto como «segundo iPod», para usuarlo cuando la ocasión lo haga necesario, aunque para eso habrá que desembolsar los 75 euros que cuesta, que no es un precio exagerado para un producto de Apple, pero sí por encima de otros reproductores MP3 que nosotros sí creemos son peores…, aunque aceptamos que hay opiniones para todo.